miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cuando menos te lo esperas


Hace tiempo escribí dos entradas relacionadas relacionadas con una paciente y mis intentos por animarla:
      Pero no se me dio bien. Como dije entonces, no soy psico-oncóloga y animar a veces es algo muy difícil, sobre todo cuando uno se cierra en banda. (No es necesario estar enfermo para saber que eso nos puede pasar a todos, de hecho, a muchos nos pasa).

      La paciente acabó el tratamiento radioterápico en Febrero y, aunque le cité para ver la evolución en Marzo, no quiso venir por ser de Murcia y estar en seguimiento por un oncólogo de otro hospital. Le llamamos, supimos que estaba bien, que la razón de no venir era ésa y hasta hoy no he vuelto a saber de ella.

      Esta mañana han llamado de la planta de Oncología (donde pasan consulta los oncólogos médicos) y me han dicho que una paciente preguntaba por mí. Extrañada, he preguntado a la secretaria que si de verdad se referían a mí (yo, pacientes privados-privados, veo pocos) y entonces me han asegurado que era así, que se trataba de una paciente que venía a pedir una segunda opinión (como os imaginaréis, cuando es así suele ser porque la cosa no va demasiado bien...) y quería saludarme porque había sido muy agradable con ella durante el tratamiento.

      He subido y me ha dado dos besos con la mejor sonrisa que podía ofrecerme en esa situación. Todas las pruebas que habían ido haciéndole durante todo este tiempo estaban libres de enfermedad hasta que lo que creían era un quiste ovárico creció y decidieron extirparlo para asegurarse. Hace unos días le operaron y ha resultado ser un tumor de Krukenberg. En su hospital no le han dado salidas y, aconsejada por una amiga que también se encuentra en un momento difícil, ha ido a pedir una segunda opinión. Cierto es que, si bien no tiene buena pinta, en esos casos uno se agarra a un clavo ardiendo si es necesario y por una segunda opinión no pierde nada.

      No sé qué pasará, si al final irá a intentar agotar hasta el último cartucho en mi hospital o no, pero lo que sí que sé es que ella tenía miedo a algo que al final a pasado y si antes estaba desanimada, ni os cuento ahora...¿Cómo se pueden sacar fuerzas de dónde no se tienen? Sé que son muchos pacientes los que lo consiguen, que siguen sonrientes hasta en el peor de los momentos, pero llegados a este punto lo de animar, si antes era complicado, ahora...

      Mi intención no es acabar negativa, con la conclusión de que estas cosas a veces pasan, sino pensando que la paciente se llevó un buen recuerdo de mí y, a pesar de todo, ha querido verme y va a luchar por vivir todo lo que pueda.

      La vida es así y, cuando menos te lo esperas, te sorprende. Tiendo a pensar que si la enfermedad reaparece o progresa a pesar del tratamiento, los pacientes no querrán saber nada de mí, más aún si se trata de pacientes que lo han llevado mal (anímica o físicamente). Pero no es así, no te lo echan en cara. Cierto es que no es por mi culpa, lo sé, pero es inevitable pensar que has fracasado y la enfermedad va ganando con ventaja.   

      Esta mañana ella ha conseguido poner luz a un día gris. Disgustada por la progresión, saber que ella tiene un buen recuerdo mío me ha animado mucho. ¡Ojalá haya suerte!


       
       

      viernes, 14 de septiembre de 2012

      Donde una puerta se cierra, otra se abre



      Después de unos meses con demasiada inactividad en el blog y unos días de vacaciones es hora de replantearse unas cuantas cosas. 

      Como sabéis quienes me leéis normalmente, Carpe Diem es mi pequeño espacio, ese que empleo para compartir no sólo información de oncología, radioterapia, cuidados paliativos... sino que, y esta es la razón por la que nació hace 2 años y medio, son muchas las veces que es mi vía de escape, desahogo y, por supuesto, donde también comparto mis alegrías, ya que no van a ser todo penas. 

      Al poco de iniciarme en mi aventura bloggera, comencé mi aventura twittera siguiendo a Rafa y, a los pocos días, a Carlos. Un día cualquiera, Rafa me "retuiteó" y entonces aparecieron: María, Miguel, Juana, Iñaki... en cuestión de minutos y de ahí todo seguido (si estáis metidos en ese submundo que es Twitter sabréis lo rápido que pasan las cosas ahí a veces).  

      Desde entonces ha llovido mucho y, como es de esperar, todo cambia. Ahora somos muchos más, con decir que sigo a 589 personas y me siguen más de 990, sobran las palabras. Me alegro de que cada vez seamos más, que compartamos, nos animemos, comentemos, intentemos quedar, nos ayudemos... pero también es cierto que a más gente somos, más lejos me siento de algunos que antes sentía cerca... Pensaréis que es lógico, la vida es así. Pero a mí me da que pensar y me da pena. 

      Cuando hace unos días superé las 100.000 visitas al blog pensé celebrarlo con una entrada especial, donde también agradeciera mis casi 1000 seguidores en Twitter, pero al final no ha sido el motivo principal. Si hoy escribo es porque siento que quizás es hora de dejar de pensar en la pena que me da alejarme de algunos y empezar a abrir nuevos círculos. Como decía Cervantes: "Donde una puerta se cierra, otra se abre."

      Puede que sólo sea una etapa, que con el tiempo los que tuve cerca un día, vuelvan a estarlo. Pero mientras tanto, dejaré de esperar y simplemente me fijaré en otras cosas, en otras personas. La vida sigue.

      Para terminar, quiero compartir la frase que esta mañana ha llegado a mí gracias a Olga y no quiero olvidar:

      "Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos
       procede de nuestra falta de gratitud
      por lo que tenemos"
      Daniel Defoe

      No sólo hay que saber mirar hacia delante y avanzar, sino que también hay que tener presente todo lo que tenemos y nos ha ayudado a ser como somos.



      Volveré pronto y con temas más médicos. Gracias por seguir ahí y gracias por esas 100.000 visitas!